Pregón 2008

UNA SEMANA SANTA PARA VIVIRLA A DIARIO


SALUDOS

Buenas noches, queridos amigos, devotos de los grandes misterios de nuestra Redención y hermanos en la fe.

Buenas noches, autoridades y miembros de nuestra Corporación Municipal, aquí presentes.

Buenas noches, Juntas Directivas y hermanos Cofrades tanto de la Cofradía de la Santa Vera Cruz, como de la Hermandad de Jesús Nazareno y Ntra. Sra. de las Angustias.

Quiero, en primer lugar, agradecer al Área de Ciudadanía de nuestro Excelentísimo Ayuntamiento, el detalle de haberme ofrecido la posibilidad de estar aquí, pregonando las fiestas de esta Semana Santa, tan cercana ya y llamando a nuestras puertas.


VALOR DE LAS TRADICIONES

Hemos oído muchas veces que las tradiciones de nuestros pueblos son como las raíces de nuestros árboles. Un árbol al que se le cortaron las raíces, inevitablemente, sería un árbol abocado a la muerte. Un pueblo que pierde u olvida sus tradiciones, es un pueblo abocado a la muerte..., aunque las inmobiliarias no dejen de construir viviendas.Gracias a Dios y a quienes se han esforzado por revitalizarlas, nuestra ciudad de Béjar goza de un buen patrimonio de tradiciones familiares, laborales, recreativas, sociales y religiosas.

Quiero agradecer cuanto han hecho y cuanto siguen haciendo, en la actualidad, las distintas Corporaciones Municipales, gracias a las cuales es posible celebrar actos como el que estamos pregonando ahora y con los que inauguramos las celebraciones de Semana Santa.

Gracias también a todos los miembros de la Cofradía de la Vera Cruz, que hunde sus raíces, nada menos, que en el año 1411, cuando fue fundada gracias a aquel ilustre predicador itinerante y ejemplar religioso dominico, que fue San Vicente Ferrer. La Cofradía Nació como fruto maduro, a partir de una Misión Popular, predicada en Béjar por este santo. ¡Cuánta necesidad tenemos hoy de una nueva evangelización!

Desde entonces, ininterrumpidamente -a pesar de los vaivenes propios de las cosas humanas- esta Cofradía ha hecho latir con fuerza el corazón de miles de fieles bejaranos. Y sigue haciéndolo hoy en día.

El objetivo principal de la Cofradía, en su nacimiento, fue el de la caridad, como compromiso social de su sensibilidad religiosa: Visita a los enfermos y ayuda a los moribundos y condenados por la Justicia...

Además de las Procesiones de Semana Santa y de otros actos de culto, esta Cofradía organiza y celebra el tradicional Tálamo del Jueves Santo y la romería de la Peña de la Cruz, en la Pascua de Pentecostés.

En la actualidad forman parte de la misma alrededor de 540 cofrades, que la sostienen con sus cuotas personales.

Gracias también a la Hermandad de Jesús Nazareno y Ntra. Sra. de las Angustias, que está a punto de cumplir con su mayoría de edad. Fue fundada en mayo de 1990. Dentro de unos meses cumplirá los 18 años de servicios a la religiosidad popular de la ciudad de Béjar. Nació con mucha fuerza en la parroquia de Santa maría y goza de una envidiable vitalidad. Fruto de esta vitalidad son los 400 cofrades, que la componen, a los que se van añadiendo otros, año tras año. Impresiona, sobre todo, el silencio y el respeto del Vía Crucis, que organizan y celebran cada año, el Viernes de Dolores.

En el artículo tercero de sus Estatutos podemos leer que el objetivo de la Hermandad es "tributar culto a Ntro. Señor Jesucristo y a la Santísima Virgen, fomentar su devoción y promover iniciativas culturales de carácter religioso". Y, en ello están poniendo todo su empeño.


COFRADÍA Y HERMANDAD

Cofradía y Hermandad. Qué profundo sentido de familia es el que se desprenden de estas dos palabras: Reunión de hermanos. Nuestras palabras son auténticas cuando nos describen de verdad lo que significan. Cómo me gustaría poder decir, aquí y ahora, que quienes voluntariamente, habéis querido formar parte de estas dos Instituciones, os sentís, a lo largo del año, verdaderamente unidos, hermanados... La hermandad, la confraternidad no puede reducirse a unos pocos días del año, por muy importantes que éstos sean. O intentamos vivir cada día del año el sentido de la fraternidad, o deberíamos dar de baja nuestros nombres de esas listas.


MENSAJE DE JESÚS

No hace falta tener los ojos muy abiertos para descubrir -en torno nuestro- a personas que se encuentran tristes y nostálgicas, añorando tiempos pasados que les parecían mejores. Piensan que la Semana Santa no es lo que era. Volvemos a la importancia de las palabras. Parece que hay personas interesadas en cambiarle a estas fechas su nombre tradicional. Dejan de ser los días de la Semana Santa para convertirse en las "fiestas de primavera". A pesar de todo, a mí me llamaron para hacer el "pregón de Semana Santa". Y así consta en los carteles que se han distribuido. Ojalá esto sea así durante toda la vida. Yo entiendo perfectamente estas quejas. Pero habremos de luchar por alejar de nosotros esos brotes de pesimismo: Que no nos preocupemos tanto de pensar en quienes no viven o no sienten lo que nosotros vivimos y sentimos. Que nos preocupemos -más y en serio- de ver cuál es nuestra actitud religiosa a lo largo de todo el año y durante estas fechas, de manera especial.

Cuando Jesús haga un balance de la Semana Santa -Él, no nosotros- no se va a entretener contando el número de personas que desfilaron en nuestras procesiones, ni siquiera se va a fijar en las miles de personas que asistieron como espectadores en las mismas. Él se va a fijar en el número de creyentes que le acompañaron desde el corazón. Se trata de dar la cara, de manifestar nuestra fe con nuestra vida. En otro tipo de eventos puede darse la presencia de espectadores. En las manifestaciones religiosas todos somos actores.


COMIENZO DE ESTA HISTORIA

Hemos avanzado muy poco en estos dos mil años de vida cristiana. Vuelvo mi corazón y mi mirada a los orígenes de nuestra fe, a las primeras procesiones cristianas de la historia. Y descubro lo que sucedió allí: El domingo de Ramos la multitud aclamaba con vítores la presencia de Jesús. Y, poco tiempo después, la misma multitud pedía la puesta en libertad de un asesino y la pena de muerte para Jesús.

Pedro había asegurado, delante de Jesús, que estaría dispuesto a dar la vida por Él. Y, poco después, ante la insinuación de una criada de la casa de Caifás, dice que ni siquiera le conoce.

Camino del Calvario eran muchos los que se agolpaban para ver pasar al condenado a muerte. Solamente una mujer -la Verónica- tuvo el coraje de dar un paso al frente y tuvo compasión de Él. Se quitó el pañuelo que llevaba anudado a la cabeza y le limpió el sudor y la sangre. Su valentía no podía tener mejor recompensa: En su pañuelo quedará grabada para siempre la figura del Ajusticiado. Los demás, como nosotros tantas veces, se limitaron a mirar entre curiosos e indecisos.

Junto a la cruz de Jesús hay solamente tres mujeres: María, su madre, María la Magdalena y María la de Cleofás. y Juan, el discípulo amado. ¿Dónde estaban los testigos de sus milagros? ¿Dónde estaban sus amigos más íntimos? ¿Dónde estaban los apóstoles que Él había elegido?

La madrugada de la Resurrección es también una mujer -la Magdalena- la primera que llega corriendo al sepulcro, porque no puede vivir sin la presencia de Jesús y necesita estar junto a Él, vivo o muerto. Solamente después de correr de nuevo a donde estaban escondidos sus amigos y de contarles lo que había visto, dos de ellos se atreven a salir a la calle y correr hacia la tumba que encontrarían vacía...

Así fueron las cosas al comienzo.


SEMANA SANTA EN NUESTRA VIDA

Está bien que saquemos nuestras mejores imágenes a la calle.

Está bien que queramos que pasen por delante de nuestras casas... Estaría mejor que, gracias a nuestra presencia y a nuestro testimonio, los hombres pudieran descubrir la presencia del Resucitado en medio de nosotros.

Nuestra vida religiosa, nuestra vida familiar, nuestra vida social, nuestra vida política, no puede reducirse al ámbito de lo privado. Si fuera así, nuestra vida sería un sarcasmo o un simple simulacro. Y estamos viviendo, como decía Teresa de Jesús, unos "tiempos fuertes", que nos piden autenticidad a quienes nos decimos y nos sentimos creyentes.

Hay muchos acontecimientos de mi vida infantil que siguen grabados en mi corazón. Son muchos los recuerdos que siguen vivos en lo profundo de mi ser. Recuerdo perfectamente, cómo al calor de la chimenea familiar, mi padre se esforzaba por hacerme aprender las mejores poesías de nuestro maestro Gabriel y Galán. Y, a propósito de la Semana Santa, recuerdo cómo se me ponía la carne de gallina, cuando leíamos el poema que se titulaba "la pedrada". En ella se nos describe cómo un muchacho, sencillo y noblote, como tantos entre los de nuestros pueblos, con unos enormes ojos abiertos, no entiende lo que hacen con aquel hombre, azotado y amarrado a la columna:

Se sublimó de repente,
se separó de la gente,
cogió un guijarro redondo,
mirole al sayón la frente
con ojos de odio muy hondo.

Paróse ante la escultura,
apretó la dentadura,
aseguróse en los pies,
midió con tino la altura,
tendió el brazo de través.

Zumbó el proyectil terrible,
sonó un golpe indefinible
y, del infame sayón,
cayó brotando la horrible
cabeza de cartón.

Los fieles alborotados
por el terrible suceso
cercaron al niño, airados,
preguntándole, admirados:
¿Por qué? ¿Por qué has hecho eso?...

Y él contestaba, agresivo,
con voz de aquellas que llegan
de un alma justa , a lo vivo:
Porque sí, porque le pegan
sin haber ningún motivo.

Y, el poeta se hace la siguiente reflexión:

Hoy que con los hombres voy,
viendo a Jesús padecer,
interrogándome estoy:
¿Somos los hombres de hoy
aquellos niños de ayer?

¿Somos los hombres del siglo XXI capaces de dar la cara por quien sufre injustamente entre nosotros?

Jesús no muere al morir. Jesús no se va al resucitar. Jesús no deja de vivir entre nosotros: En la eucaristía, en la palabra de Dios, en la comunidad reunida, en el creyente, en cualquier hombre necesitado: "Lo que hicísteis con uno de éstos, mis pequeños, lo hicísteis conmigo".


NUESTRA COM-PASIÓN

Se manifiesta nuestra condición de creyentes y de cofrades cuando el dolor, el sufrimiento y la muerte que acampan entre nosotros, nos duele en nuestra propia carne; cuando somos capaces de ver en el rostro sufriente del hermano el rostro doloroso de Jesús.Para entender el mensaje de amor, de perdón, de humildad, de Jesús no hace falta tener fe. La mayor parte de las personas de buena voluntad entiende la bondad de este mensaje. Unos ojos limpios son suficientes para entender el magisterio de Jesús. Pero para acercarse a los misterios de su pasión, muerte y resurrección es necesario algo más; es absolutamente necesario un corazón que ame. Sin amor no se entiende nada. Sin amor no hay Semana santa. Habría otra cosa.

Después del abrazo de Jesús durante la última Cena, Él se encamina hacia el Huerto de los Olivos. Allí comienzan los hechos más duros que viviremos estos días. Jesús, acorralado por el miedo, suda sangre. Y, mientras tanto, sus amigos -a distancia- duermen. Cómo me gustaría a mí que, a lo largo de nuestra historia personal, nunca nos encontráramos "dormidos", mientras un hermano nuestro sufre.

La pasión de Jesús no acabó en el Calvario, el día de su muerte. "Cuando llegó la plenitud de los tiempos, Dios se hizo carne". Y Él seguirá y apara siempre encarnado en el hombre.

Jesús muere en quienes mueren sin haber tenido la posibilidad de nacer. Jesús sufre cuando una joven madre ve cómo la muerte arranca de sus manos el fruto de su vientre, a pocos pasos de la escuela. Jesús llora junto a la familia que, en un momento dado, descubre que alguno de sus miembros no vuelve a casa y no saben dónde está...

Cómo me gustaría que ninguno de nosotros, ante situaciones como éstas, que todos conocemos, fuéramos capaces de no permanecer "dormidos". Es Jesús quien sufre con ellos.

Pasamos antes hombres que sufren... y no sufrimos.

Pasamos ante las imágenes de Jesús sufriente, en cada uno de esos magníficos "pasos" de nuestras cofradías, y parece que, ésas sí, nos impresionan.


ORACIÓN ANTE NUESTRAS IMÁGENES
* Ante la imagen de Jesús entrando triunfalmente en Jerusalén, ante ese simpático paso que llamamos la borriquilla, cuando hacen el último esfuerzo para subir por la Puerta de Ávila, quiero pedirle al Señor que nos dé la fuerza necesaria para no pasar con tanta facilidad, de la euforia religiosa, a la más total indiferencia. Tendré que ser, a lo largo del año, la misma persona que me emociono durante estos días. Que se note.



  

 * Ante la imagen de Jesús "amarrao" a la columna y azotado en el palacio de Pilato, desde los soportales de la Plaza de la Piedad, quiero pedirle al Señor que no devolvamos nunca a nadie, mal por mal. Y que permanezcamos fuertemente amarrados a los compromisos de nuestra fe, aunque a veces se nos haga algo duro.







* Ante la imagen de Jesús orando en el Huerto de los Olivos, con el ángel ofreciéndole el cáliz de la pasión y olvidado por sus discípulos dormidos, quiero pedirle al Señor, mientras recorre la Ronda de Navarra, que no seamos capaces de vivir como si nada sucediera, cuando estamos generando entre todos tanto dolor humano.



* Ante la imagen, apenas apreciable por la oscuridad de la noche y el apagado de farolas ciudadanas, de Jesús Nazareno, cuando solamente podemos intuir los signos de un dolor inmerecido, caminando por la calle Rodríguez Vidal, levanto mis ojos antes quien es "camino, verdad y vida", para pedirle que, a lo largo de nuestra vida, no nos dejemos guiar por una palabra distinta a la suya, ni recorramos nuestro peregrinaje por la tierra a través de un camino distinto al que Él nos ha marcado.




* Ante la imagen de la Virgen de la Misericordia, a su paso por la plazoleta de D. Bosco, quiero pedirle a María que interceda ante su Hijo por todos aquellos que pasamos por la vida poniendo la seguridad de nuestro corazón en cosas que no salvan y buscando seguridades allí donde no podemos encontrarlas.





* Ante la imagen de la Primera caída de Jesús, a su paso por la angosta calle de Miguel de Unamuno, pasan por mi mente todas aquellas caídas, conscientes o inconscientes, que han hecho que mi andadura no sea todo lo recta que mi fe me pide. Y le suplico, para mí y para vosotros, que seamos capaces de levantarnos cada vez con más esperanza y cada vez con más ganas de luchar, después de cada caida.




* Ante la imagen de Ntra. Sra. de las Angustias, manifestación palpable del dolor de una madre que ha conocido la tristeza de la muerte de un hijo, cuando sube por la calle de las Armas, quiero pedirle por todas las madres que han visto cómo sus carnes se rasgaban por la muerte de sus hijos. Que vivan con la seguridad de saber que van a poder abrazarlos de nuevo en la vida que no acaba.




* Ante la imagen de Jesús, muerto en el Calvario, esa magnífica talla del bejarano González-Macías, que conmueve y estremece, a su paso por la plaza de España, quiero pedirle al Señor que no permita que cerremos nuestro corazón ante quienes mueren solos y abandonados, sobre todo en aquellos Centros de Acogida, donde no siempre se vive y se muere bajo el calor de una caricia familiar.


* Ante la imagen de Jesús en el sepulcro, el santo entierro, el Cristo yacente, talla de una calidad extraordinaria, donada por el Duque de Béjar, D. Manuel, allá en el año 1329, al llegar a la plazoleta de San Juan, acompañada de nuestro Excelentísimo Ayuntamiento, con sus mejores galas y medallas, quiero pedirle, al que por nosotros pasó por la muerte, que no nos deje caer en la tentación de creer que con la muerte se acaba todo. Pues no es verdad.


* Ante la imagen enlutada de María de la Soledad, que durante tanto tiempo acompañó a los Cofrades difuntos, camino del cementerio, una talla de madera del siglo XVIII, cuando pasa por la calleja del Balazo, le pido que nos conceda la gracia de vivir con el corazón, abierto y cercano, ante quienes, entre nosotros, pasan por momentos de incomprensión y de abandono.

* Ante la imagen del Cristo de la Buena Muerte, que permanece grabada en nuestra retina, dada la perfecta expresión de dolor de su cara, y al que acompaña la Virgen de la Soledad, quiero pedirle -a su paso por la calle 28 de Septiembre- la gracia de llegar al momento de nuestro tránsito a la vida definitiva, con la certeza de saber que vamos a encontrarnos con los brazos abiertos del Padre, que nos creó para que fuéramos eternamente felices junto a Él. Y, por eso, nos envió a su Hijo.

* Ante la imagen de Jesús Resucitado, en la noche del sábado de gloria, en el majestuoso escenario de la plaza Mayor, y en el significativo marco que forman la Iglesia del Salvador, el Palacio Ducal y la Casa de todos -el Ayuntamiento-, quiero darle gracias al que entregó su vida por nosotros y quiero deciros a todos vosotros que somos los discípulos del Resucitado. Por eso, la muerte no es el final del camino: Que vivamos con la esperanza de saber que, mientras luchamos por hacer un mundo mejor para todos, no podemos perder de vista las cosas de arriba, que algún día se nos ofrecerán como regalo.


SENTIDO DEL PREGÓN

Queridos amigos. Apreciados señores y señoras: Estamos haciendo el Pregón de la Semana Santa.

El diccionario de la Real Academia de la Lengua nos dice que "pregón es la proclamación, en voz alta y en lugar público, de una cosa que conviene que todos sepan".

Evidentemente, estoy promulgando algo en voz alta. Lo hago en un lugar público. Y he intentado que el contenido de mis palabras sea algo que conviene que todos sepamos. Es posible que no haya dicho nada que no supiéramos ya todos. Pero sí he querido recordar algo que no deberíamos haber olvidado nunca: Los acontecimientos de la Semana Santa no son algo que sucedió en un tiempo y que quedó escrito en los Libros Sagrados, como unos simples datos históricos más. Lo que tuvo su origen en un tiempo, serán siempre unos acontecimientos de plena actualidad, para llenar de vida nuestras vidas y para que el Espíritu -que habita en nosotros- nos haga progresar cada día un poquito más con la interiorización de estos santos misterios.

Los hombres no somos pura materialidad.


DESPEDIDA

Yo no quisiera, ni podría, en estos momentos, deciros muchas cosas más. Ya habéis tenido demasiada paciencia al escuchar estas deshilachadas palabras mías.

Soy una simple persona semianónima, a la que -no sé por qué, es verdad- se me pidió ejercer el oficio de pregonero. Y lo he hecho con mucho agradecimiento. Nací en Fuentes de Béjar. Realicé mis primeros estudios en la Escolanía de Ntra. Sra. del Castañar. Un día el Señor quiso hacerse el encontradizo conmigo y me invitó a seguirle por el camino de la vida religiosa y sacerdotal, a pesar de mis debilidades, que Él conocía muy bien, como conocía las de Pedro y los demás invitados. Fui ordenado sacerdote bajo el manto de la Virgen del Castañar. Y, después de ejercer mi ministerio sacerdotal en Madrid, Navarra y Roma, mis superiores quisieron que volviera de nuevo a mi tierra madre; y que pudiera deciros a vosotros con toda mi esperanza y con todo mi cariño.

Bienvenidos seáis todos a las celebraciones de la Semana santa, en nuestra querida ciudad de Béjar.

Saciad vuestra sed más profunda bebiendo en las fuentes verdaderas. En estos tiempos nuestros, hay mucha agua pantanosa y muchas fuentes contaminadas.

Somos los discípulos de un hombre-Dios, que venció a la muerte y nos ofrece a todos participar de esa misma victoria. Celebrémoslo con alegría.

Muchas gracias.

Francisco Gil Álvarez


Pregón pronunciado el día 1 de marzo de 2008 en el Salón de Actos del Convento de San Francisco a las 20.00 h.